¡Hola!
Mi nombre es Virginia pero me gustan que me digan Vir. Tengo 32 años y nací en Argentina. Debo confesar que siempre me costó describirme. Pero haré un intento para que conozcas un poco más a la persona que hay detrás de este blog.
El 2011 fue un año de crisis personal y el 2012 fue de cambios. Vivía en la Ciudad de Buenos Aires. Trabajaba en lo que muchos consideran «un buen empleo». Alquilaba un departamento lleno de electrodomésticos y adornos. Tenía una pareja estable. En fin, muchos casilleros de esa lista de cosas «socialmente aceptadas» a hacer estaban tildados. Pero no era feliz.
Eso se tradujo en crisis que terminó de explotar a fin del año 2011. Sentí la necesidad de hacerme cargo de lo que me estaba ocurriendo y comenzaron a llegar miles de preguntas y dudas.
Ya sé, te estás preguntando cómo terminé decidiéndome a viajar y hacer un cambio tan drástico en mi vida. ¿No?
Siempre me gusto viajar pero lo veía como algo que se hacía solo en los quince días de vacaciones del trabajo. ¿Vivir viajando? Eso es imposible o solo para quienes son millonarios. ¿Te resuelta conocido ese pensamiento?
Cuando me planteé cómo seguir luego de la explosión de eso que llaman «crisis existencial», reapareció el sueño de Alejandro (quien fue mi pareja y con quien viajé hasta principios del 2016). Él quería viajar por América en moto durante un año sabático.
Redoblé la apuesta: no quería viajar solo por América y no quería que fuera solo por un año.
Casi un año después, vendí casi todo, entregué el departamento vacío y me subí a un motorhome con la idea de recorrer América sin límite de tiempo. Ese fue el primero proyecto de viaje.
Ahora te preguntarás por qué no en moto como Alejandro quería y la respuesta tiene dos nombres: Pioja y Pumba, dos perras con las que convivíamos y que eran parte del proyecto y en ese entonces creíamos que era el mejor vehículo para viajar con perros.
Después de recorrer la Patagonia, hubo un nuevo cambio. Dejamos el motorhome y nos subimos a unas bicicletas para recorrer durante quince meses parte de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil.
Al regresar de ese viaje, en febrero de 2016, tenía muchos proyectos que fueron naciendo pero que necesitaban un poco de rutina para llevarlos a cabo (confieso que yo también lo necesitaba) y decidí hacer base en Buenos Aires para plantearme cómo continuar.
En el medio de esa nueva crisis existencial, tuve que enfrentarme con una situación que no me imaginaba (y que no estaba preparada). Pioja se hizo eterna luego de cuatro meses de luchar contra una enfermedad.
Por eso estoy viviendo en Buenos Aires. No porque haya decidido dejar de viajar (creo que eso nunca va a pasar) sino para rearmar o rearme, no me decido cuál es la palabra correcta.
Entonces, recapitulemos en preguntas y respuestas rápidas.
¿Vas a seguir viajando? Sí.
¿Ahora vas a seguir viajando sola? Si por sola significa sin pareja, sí. Por el momento será así.
¿Pero no vas a seguir viajando con Pumba? Sí pero depende del tipo de viaje que realice.
¿No te ibas a describir? Sí, me fui por las ramas, lo sé.
Un poco más de mí
Cuando me preguntan de dónde soy me cuesta decirlo porque nací en Bahía Blanca, a los diez años fui a vivir a Tierra del Fuego hasta los catorce que me mudé a la Ciudad de Buenos Aires. No me siento parte de ningún lugar como para que éste me describa pero, al mismo tiempo, me gusta viajar lento y estar varios días en cada lugar para sentirme parte.
Soy curiosa e inquieta. Me gusta escribir, leer, bailar, desafinar en la ducha, dibujar zentagles y pintar mandalas. Siempre estoy acompañada de música. Prefiero las series antes que las películas (me la tienen que recomendar cien veces para que la vea). Hablo hasta por los codos pero también me encanta escuchar al otro.
Me cuesta cerrar la boca frente a las injusticias. Defiendo los derechos de todos los animales y lo pongo en práctica con mis acciones.
Amo internet y las redes sociales pero no termino de aceptar que soy adicta a ellos. Bueno, un poquito.
El tatuaje que dice «solo se vive una vez» no es por ser fanática del grupo Azúcar Moreno. Es un mensaje que tomé de un grave accidente de auto que tuve a los doce años. En el momento que salía despedida del vehículo en el estéreo sonaba ese tema.
Trato de aprender que lo que sucede conviene, y que todo pasa por algo, sólo hay que cambiar la forma con la que se ven las circunstancias. Pero hay días que me supera la angustia y no creo en nada de la oración anterior.
Siempre me levanto con una sonrisa, agradeciendo por un día más.
Sobre el blog
Para hablar sobre el blog tengo que contar un poco más de mí, o sea, quien le dio vida y lo mantiene.
Escribir es una de mis pasiones. Lo hago desde que tengo uso de razón y a nadie le pareció raro que decida estudiar Ciencia de la Comunicación.
Cuando empezó todo esto de viajar, una de las primeras cosas que escribí en la lista de cosas para hacer fue abrir un blog para ir compartiendo el día a día, las reflexiones e información útil que iba viviendo. Lo mismo las redes sociales.
Pero… ¿por qué?
Creo que la respuesta (o la culpa, como quieras verlo) la tiene el primer diario íntimo que me regalaron cuando era niña. Es un hábito escribir lo que me ocurre día a día. Lo que pienso, lo que me reflexiono, lo que aprendo.
Ya escribo en blog que tengo desde el 2004, una especie de diario no íntimo que no tiene que ver con los viajes, así que la ¿vergüenza? de exponerme en internet ya la perdí hace tiempo.