No me pregunten por qué ni cómo, pero yo sabía que se iba a elegir el tema de aromas apenas me uní al grupo. No, les dije que no me pregunten, es que no sé cómo explicarlo. Así que durante días estuve escribiendo sobre los diferentes aromas que conocí a lo largo de estos ocho meses que llevábamos viajando Por las Rutas del Mundo.
Pero hace 90 horas todo cambió, mi olfato cambió. Un olor se apoderó de todo lo que me rodea.
Si no fuera por el vapor que sale de la cafetera italiana, no me doy cuenta cuando está listo el café. Tampoco cuando es momento de dar vuelta la tostada. Tengo arriba de la mesa una frutera con manzanas, peras y naranjas pero solo puedo mirarlas, tocarlas porque creo que hasta el gusto se vio afectado por el ambiente en el que estoy (por momentos, siento que se me duerme la lengua).
Estamos en una de las tierras del vino, en San Juan y no sé cómo es el aroma a los viñedos. ¿Prender un sahumerio? Inútil, creo que ni prendiendo 10 a la vez logra tapar este rey de los olores.
¡Si hasta podemos andar descalzados sin que alguien comente que hay “olor a pata”! Así de grave es la situación.
Ayer no aguantaba más y decidí cerrar los ojos y tele-transportarme a los días que estuvimos en las playas de Mar Chiquita, Miramar, Las Grutas o Puerto Madryn a ver si así, podía sentir el olor a mar. Pero no, no pude. Fui hasta las mañanas temprano en los que bajaba a pasear a las tuchis y el rocío refrescaba el aire con sus cientos de aromas herbales. Tampoco pude. Conozco esos aromas pero me invade este.
¿Perdí el olfato? ¿Cuándo podamos partir, regresarán todos esos recuerdos de aromas? No lo sé, espero que sí. Mientras tanto escribo sobre esta experiencia de vivir en un taller mecánico.
No se alarmen, estamos bien. El Forastero, nuestro motor home, precisaba que buenas manos arreglen su corazón que tenía agujeritos y por ahí perdía mucho pero mucho aceite y cada vez le costaba más querer salir a la ruta.
Volviendo al tema, les aseguro que así de fuerte es el aroma a taller mecánico: un 50% de combustible con un 20% de aceite quemado, 15% a hierro soldado, 5% a spray de diferentes usos mas 5% a pintura y por último, 5% de olores que todavía no reconozco pero como el arreglo lleva días, seguro que voy a determinar cuáles son.
Lo bueno de esta experiencia, no solo que el motor nos queda como nuevo, sino que de ahora en más podré saber si hay un taller mecánico a unas 5 cuadras a la redonda. Reconoceré el aroma sin duda. ¡Muy útil cuando uno viaja en un vehículo!
* ¿Querés leer más? ¡Tenés un montón de veo veos para leer! Fueron todos hermosos: Me fui a la goma, Mi carnívoro y yo, Cruzar la puerta, Outteresting, La mochila de mamá, Aldana Chiodi, Marcando el polo, La Zapatilla, Un mundo pequeño, Nscap, Hey hey world, Notas desde algún lugar, El blog del turista, De Bariloche al mundo, Huellas en mí, Mi vida en una mochila, La otra ciudad, Don’t stop travelling
Es tan adictivo el olor a nafta… ahhhh!!
Jajaja a nosotros ya nos saturo!!!
El Olor a nafta es una adicción!! Jejeje!
jajajaj Javi, por este comentario, vas a tener que ir a ver un médico!!!
jajaj me encanto! es realmente com un veo veo donde la respuesta está sólo al final =)
Hola Nati!!! Gracias, jeje esa era la idea… que se descubriera medio al final como en el Veo Veo, o en este caso, Huelo Huelo 🙂